En días en que uno se pregunta por el destino de Europa, y en general, del mundo, bien viene a calmar un poco las dudas este proyecto de las capitales culturales de Europa, Brujas y Salamanca, que se unieron a Bruselas para coproducir, en el marco más pequeño del Kaaitheater, la obra más famosa de ese casi desconocido Tommaso Traetta, ANTIGONA (1772), como prueba de lo que puede la “añeja” (luego como los mejores vinos) Europa cuando quiere. Justo después de un “Edipo” en estreno mundial, poco interesante pero muy “mediatizado”, se vuelve a descubrir que la gran música no tiene fronteras y que su patria es el ser humano. La obra es espléndida, “gluckiana” en el mejor sentido, dramática y musical, y el final feliz no un postizo de moda, sino la voluntad de una época que creía algo ingenuamente en nuestro carácter positivo y en que al final de todos los conflictos vence siempre la voz de la razón. Excelente la versión escénica, austera pero expresiva y “universal” de Gerardjan Rijnders, con unos telones, unas puertas y mucho trabajo sobre la gestualidad. Magníficos la orquesta Il Fondamento y el conjunto La Sfera del Canto dirigidos con absoluta entrega y competencia por Paul Dombrecht. Las hermanas Milanesi (Raffaella y Giorgia, sopranos) encarnaban a Antígona e Ismene con muy buena técnica y actuación, aunque la primera obviamente se lució más después de una entrada en la que la traicionaron algo los nervios. Flojo el Creonte de último momento del tenor Markus Brutscher, que tenía una parte que excedía su buen hacer y voluntad, pero que demostró querer hacer las cosas bien (y eso es casi tan importante como lograrlo, porque sirve además para que nos hagamos de todos modos una idea del personaje). Mejor aunque no impecable el Emone travestido de Maartje de Lint, una mezzo con medios interesantes y emisión heterodoxa, sumamente engolada por momentos y de registro heterogéneo. Correcto el Adrasto (él también con un aria y nada fácil) del joven tenor norteamericano David-Erich Fankhauser, llamado también con poco tiempo a cubrir la parte. Sobre todo, quedan las ganas de volver a ver la ópera y escuchar otras del autor, con lo que está todo dicho. El espectáculo no debe de ser especialmente caro, hay mucho trabajo y amor puesto en él, y una obra dada como en puntas de pie en un teatro pequeño alejado del centro puede convertirse en uno de los acontecimientos líricos de una temporada que demuestra qué se debe alentar y en qué gastarse los dineros públicos.
Jorge Binaghi
Orquesta "Il Fondamento” & Coro "La Sfera del Canto”.
Direccion Musical: Paul Dombrecht Bruselas, 26 de marzo de 2003.
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