Feliz cumpleaño Tommaso
El segundo aniversario de un célebre músico italiano: Tommaso Traetta
El nombre del músico Tommaso Traetta, brillante gloria de Puglia - y del cual se ha celebrado recientemente el segundo aniversario de su nacimiento (30 de marzo 1727) - era casi un desconocido para la mayoría de los mismos italianos de la generación actual, antes del año 1922, en que, por iniciativa de su biógrafo Antonio Nuovo, un Comité surgió en Bitonto a fin de honrar al sumo ciudadano.
Varias publicaciones biográficas aparecieron en tal ocasión y proyectos de concreta iniciativa del entonces Sub-Secretario de Bellas Artes Hon. Giovanni Caló, el cual hizo exhumar y transcribir de la Gran Biblioteca de Berlín, el autógrafo del Stabat Mater del genial compositor, con el objeto de hacerlo ejecutar en Roma.
Fue aquella la primera composición de Traetta cuando apenas tenía diez y ocho años, mientras era todavía alumno del Conservatorio de Santa María de Loreto en Nápoles.
Como compositor sacro – afirma Grossi, uno de sus biógrafos, - fue “fulgurantemente sentimental, verdaderamente divino, al tratar asuntos litúrgicos, destinados a conmover y a purificar el animo transportándolo y elevándolo de la tierra al cielo”.
Tal juicio es, ciertamente, enfático, especialmente se piensa en la grandiosidad de las composiciones de los inmortales compositores italianos de música vocal sagrada del siglo precedente. Pero no se puede negar que las Misas, los Motetes, las Letanías del maestro pugliese se hallen impregnadas de un lirismo capaz de elevar y conmover los ánimos.
Pero mucho más vasto renombre debía conquistar Traetta como autor de cerca de cuarenta melodramas de género serio y bufo, compuestos entre los años 1745 y 1779, y de los cuales se recuerdan especialmente: Fernace, con el cual inició su carrera teatral y que fue representado en el “Teatro San Carlo” de Nápoles en el año 1750, Ezio, con libreto de Metastasio, Le nozze contrastate, ópera cómica representada por primera vez en Roma, L´incredulo, La fante furba, Buovo d´Antona, con libreto de Carlo Goldoni, Zenobia, Semiramide e Hipólito e´Aricia, estos dos últimos considerados como sus obras maestras.
Pero, para entender bien la importancia y la originalidad de la producción melodramática de Traetta, por la cual su nombre ha traspasado los confines de su patria hasta llegar a ser exaltado por los entendidos en música de todo el mundo, es necesario situarse en las condiciones artísticas de su tiempo. Es un hecho que la música en Italia en el siglo XVII, estaba en decadencia por culpa, especialmente, de extravagantes y abtrusos contrapuntistas del otro lado de los Alpes que se abandonaban a los caprichos más inmoderados y procuraban el simple esparcimiento mecánico de los sonidos, por un exclusivo deseo de novedad.
“Las disonancias que debían usarse solamente con sobriedad, a su tiempo y su en lugar – escribía Arteaga en su famosa obra Rivoluzioni del teatro musicale italiano – fueron prodigadas fuera de todo propósito; se multiplicaron hasta el infinito las preparaciones, las resoluciones y los pasajes; se intentaron toda suerte de floreos y de ornamentos postizos”.
Para poner freno a esta degeneración de la música y para llevar a ésta a su verdadera función de expresar con naturalidad los sentimientos humanos, se pusieron en movimiento algunos grandes músicos alemanes e italianos, y entre estos, particularmente, los músicos que constituían la gran escuela napolitana de la cual fue portaestandarte Alessandro Scarlatti y principal continuador Francesco Durante. Este, que Jean Jacques Rousseau proclamó “el mas grande armonista de Italia”, amplió los preceptos de Scarlatti, exponiéndolos con mas claridad y ordenándolos con tal método progresivo que dio vida a aquella grandiosa escuela productora de compositores que con su nombre se extendió a todos los países.
Los primeros fueron Giovanni Battista Pergolesi, Tommaso Traetta, Nicoló Jommelli, y, mas tarde, con fisonomía algo menos grave y menos clásica, Nicola Piccini, Antonio Sacchini, Pietro Guglielmi (del cual también este año tiene lugar el segundo centenario de su nacimiento), Giovanni Paisiello, Fedele Fenaroli y Domenico Cimarrosa.
La reforma se impuso en toda Europa en mérito a la difusión que de ella hizo el español Domingo Terradellas, quien había estudiado en Nápoles con Durante, así como también habían estudiado en Nápoles Adolph Hasse con Scarlatti y Joseph Haydn con Nicola Porpora.
Ya en sus primeras obras, el compositor de Bitonio dio pruebas de un vigor dramático y de un atrevimiento en las modulaciones que hacían presagiar en él al futuro reformador del melodrama.
Fue el primero en encarar la música teatral en sentido verdaderamente clásico con Hipólito e Aricia, precediendo en esto hasta a Cristóbal Gluck el cual, si bien nacido trece años antes que Traetta, se asoció a la ardua empresa bastantes años después de que el maestro de Bitonto se hubiese lanzado a la misma.
Y Gluck – es necesario no olvidarlo – tuvo por colaborador al poeta Calzabigi, a cuya influencia se debe en buena parte la afirmación de la reforma que se conoce con el nombre de Cristóbal Cluck y que, históricamente, fue a su vez precedida por Traetta.
Tuvo también este maestro colaboradores bastante eficaces – cantantes, escenógrafos y dibujantes de la época – y especialmente el libretista Carlo Innocenzo Frugoni. Solamente que, a diferencia del binomio Gluck-Calzabigi, aquí en cambio, era Traetta quien poseía la clara y potente voluntad de la reforma, al punto de rendir al poeta, esclavo de sus originales espejismos teatrales, obligándolo a repetidos cambios y modificaciones en los libretos.
Fatiga tan fastidiosa para Frugoni, que le indujo a dedicar al músico una cuarteta rencorosa que razones de decencia nos aconsejan no reproducir.
Ippolito e Aricia de Traetta fue representado con gran éxito en el “Teatro Ducale“ de Parma en el año 1759, esto es, tres años antes el Orfeo de Gluck.
Al libretista Carlo Inocencio Frugoni así le escribía Franceso Algarotti: "El Soberano ha visto las dos primera representaciones con sumo placer. Hoy vuelve de Colorno para escuchar la tercera y cada semana, una o dos veces, hará lo mismo. El teatro está llenísimo siempre. La música es divina y divinamente canta y representa la Gabrielli. Los otros actores cumplen muy bien sus partes. Las decoraciones son magníficas”.
En las primeras representaciones de sus óperas, hallándose, como era de costumbre, Traetta ante el clavicémbalo, a fin de tener despierta la atención del auditorio, tenía el hábito de volverse el público diciendo: “Señores, observad y prestad atención a este trozo”, y el público aplaudía casi siempre estas expresiones simples e ingenuas de su justo orgullo de artista.
Para la representación de sus óperas, Traetta, además de las principales ciudades italianas, Nápoles, Roma, Florencia, Reggio Emilia, Venecia, Verona y Turín, estuvo también en Munich, San Peterburgo – cuyo clima riguroso comprometió irreparablemente su salud – y Londres.
Murió en Venecia en el año 1779 y fue sepultado en la iglesia de Santa María Assunta, donde una lápida lo recuerda dignamente a la posteridad, con esta inscripción:
Thomas Traetta
Bitunti nato
Sublimioris musices peritissimo
hujus chori
ad ampliatudinen artis suae
instaurati moderatori
optime merito
anno salutis MDCCLXXIX
aetatis suae LII
vita functu
monumentum positum.
Alberto de Angelis
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